MEJORA TU ESTADO DE ÁNIMO

Para el bienestar integral del ser humano, es necesario tener prácticas saludables como: ser optimista; mantener la gratitud; practicar la meditación; el yoga; ejercicio físico o la expresión artística.

Estas son actividades que nos permiten una mejor salud física, mental y emocional. Elegir y llevar a cabo estas opciones, permite reprogramar nuestro cerebro y sentimientos hacia una mejor calidad de vida.

Encontrar la manera de elegir el estado de ánimo y cambiar nuestro temperamento, sólo depende de nosotros. El problema viene cuando nos hacemos presa de emociones destructivas que no podemos controlar y provocan conductas disfuncionales que impiden la felicidad.

Si tus emociones están bien, podrás estar esperanzado. Las emociones van en función de tus pensamientos, así que la única manera de mejorar tu estado de ánimo es a través de buenos pensamientos. Contrariamente a las personas más negativas, las que poseen mejor ánimo intentarán impedir que cuando les ocurra alguna cosa, les afecte de forma excesiva. Lo que consiguen en estas ocasiones es sacar las claves positivas de los problemas. No hay que confundir ser optimista con ser conformista. La gente positiva no pasa del problema, sino que hacen todo lo posible por sacar el lado bueno de las cosas.

La otra vía es tomar conciencia de la emoción que estamos sintiendo, y ser nosotros quienes llevemos el control. Tenemos la capacidad de elegir si queremos ser víctimas de una emoción destructiva o, por lo contrario, transformarla o dejarla ir sin que desestabilice nuestra calma mental y nuestra vida. Esto nos lleva a la conclusión de que las emociones no son algo estable ni sólido, sino que dependen de una serie de condicionantes y hábitos. Nosotros tenemos la clave para manejarlas.

A todos nos ha pasado que, en una situación determinada, hemos perdido los nervios. Dejamos que la ira aumente, nos sentimos cada vez más enojados y luego nos molestamos por habernos enfadado, sintiéndonos culpables o confusos. La conclusión es que hemos dado paso a una expresión muy dañina de la emoción. Nos podemos sentir dolidos, pero la diferencia está en la manera en que gestionamos ese momento. En muchas ocasiones nos aferramos a la ira, porque pensamos que si los demás no nos sienten molestos, nos volverán a hacer daño. Sin embargo, apegarnos a esa sensación nos impide conectarnos con el presente, y promueve una cadena de actitudes y pensamientos negativos difícil de parar. Podemos engrandecer un hecho y convertir algo sin importancia en una situación conflictiva, de la que no queremos salir.

Es importante que aprendamos a recuperarnos rápido de un acontecimiento negativo. No se trata de reprimir la emoción, sino de elegir cómo vamos a expresarla. Debemos impedir que los pensamientos nocivos invadan nuestra mente. Si les damos poco poder, volveremos pronto a nuestra calma inicial; canalizaremos mejor nuestra energía; tendremos mejor salud y seremos más felices, haciendo más dichosos a los demás. Necesitamos resolver un conflicto de nuestro pasado para vivir el presente conectados con la realidad del “aquí y ahora”.

Si promovemos pensamientos positivos en nuestra mente, la estamos entrenando adecuadamente y conseguiremos mayor control emocional, una respuesta más corta y de menor intensidad.

Si estudiamos a fondo los beneficios de desarrollar acciones virtuosas, nos daremos cuenta de que son mucho mayores que los efectos de las emociones destructivas.

 

Con toda la mejor energía,

Alfonso León

Arquitecto de Sueños